Despierta. Prepara el desayuno. Desayuna. Lávate los dientes, la cara. Mea. Dúchate. Rápido vístete llegas tarde. Mierda, ¿dónde está la mochila? Aquí. ¿Metiste las cosas anoche? Joder no, puta inútil. Rápido sal. Llegas. ¡Hola! ¿Qué tal? Bien, bien jajaja. Empiezan las clases. ¿Qué hago aquí? Terminan las clases. Un día tan igual como los demás días. Llegas a casa. Colocas todo en su lugar. Comes. Hoy la comida está especialmente rica (pero, ¿no es siempre lo mismo?). No descanses, no tienes tiempo. Haz la tarea. Rápido y bien. Mierda te has equivocado, vas a estropearlo todo con el típex, ¿para qué mierda sirves si no sabes ni escribir? Terminas. Lees, ¿por qué no soy transportada a ese mundo? Para de fantasear, es hora de volver a la realidad. Tienes entrenamiento, ¿te habías olvidado? Es verdad.
Esfuérzate. Cánsate. ¡No puedo más! Sigue adelante.
Llega la noche. Toca dormir.
Otro día
como otro más.
Muy mecánica es la rutina de cada día, no sabemos valorar los pequeños momentos y vivimos atrapados en un bucle
ResponderEliminarExacto, hay que hacer cosas que sean mágicas cada día.
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