Siempre he huido de aquellas personas, sitios, objetos que me transmitían negatividad.
He apartado de mi vida todo lo que considerase oscuridad,
todo lo que me dañase,
todo lo que se me clavara profundo como un puñal.
Sin embargo, entre toda esta obsesión por apartar de mí todo mal, olvidé que a veces ese polo negativo habita en nosotros.
Que a veces, quien debería alejarse de mí tendría que ser yo.
Que a veces, de lo que huyo es de mi persona.
Tal vez, en vez de alejarme de la oscuridad, debería aprender a convivir con ella.
Tal vez, solo, tal vez, debería aprender a vivir conmigo.
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