La vida.
Ella. Risueña, graciosa, divertida... Era única. Única en su especie. Era quien le daba la vida.
"Era irónico, la vida, daba la vida a la muerte".
Pero le daba igual. Le hacía sonreír. Porque a él siempre le pintaban como algo malo, como algo fuera de lo común. Cuando no era así.
Él solo intentaba mostrarse abierto al mundo pero, todos, le rechazaban.
En cambio, a la vida no. A ella la amaban. ¿Quién no la iba a amar? Sus colores irradiaban felicidad, al contrario de los suyos, que era oscuros y tétricos.
Pero hubo un tiempo en que las cosas no eran así.
A mí me amaban y a ella le temían. ¿Cómo se podían cambiar las tornas tan rápidamente? No le importaba.
Él había disfrutado de su momento y ahora le tocaba a ella. A su amor platónico.
Pero no se iba a engañar. Sería algo sin sentido que se unieran, a parte, de que la vida nunca sentiría lo mismo por él.
La muerte.
Y ahí estaba él. Era cerrado en sí mismo, tenebroso y solitaria. ¿Sonaría raro que dijera que me atraía? Sí, lo sonaría. Pero ella no podía mandar en sus sentimientos.
Eran todo lo contrario. Ella: alegre y soñadora, él: cerrado y sin sentimientos.
[O eso pensaba ella].
Las personas que forman la Tierra nunca se imaginarían que existen la vida y la muerte. Y, sino se creen eso, ¿cómo iban a creer y a aceptar una relación entre los dos? Bueno, se le iba de las manos un poco. Obviamente la muerte nunca le querría. Es un ser sin sentimientos. ¿Qué va a sentir que no sea odio hacía ella? Era una ingenua por montarse esas películas ella misma...
Existían muchas mentiras sobre ellos. Pero nunca se había hecho una especulación sobre si se unirían.
¡Es una completa tontería!
Por las noches, intentaba dormir pensando en él. Un amor prohibido. Censurado. Le daba igual, total, nunca serían nada.
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