En las oscuras y gélidas noches de invierno, ahí, me hallaba yo.
Sufriendo por algo que nunca había tenido.
Sufriendo por esas palabras nunca dichas.
Ahí, estaba yo. Tumbada boca arriba en la cama, contemplando el blanco techo.
Los cascos enfundaban mis orejas haciendo deleitar a mis oídos con música que, más que alegrarme, me entristecía.
Y seguí lamentándome, por no haber actuado a tiempo.
Por quererle. Me lamentaba por quererle.
Stop.
Adiós cascos.
Adiós cascos.
Adiós música.
Dejaba de pensar y cerraba mis ojos.
Adiós sentimientos.
¿Cómo podía extrañar algo que nunca había tenido?
El invierno es muy malo...
ResponderEliminarBesos.
Jaja Pues sí :')
EliminarBesos igualmente ^^