Esta desconfianza constante me está matando.
Siento que me desangro en agonía sin que nadie pueda oír ni una queja.
Ojalá fuera más fácil.
Ojalá consiguiera saltar sabiendo que estarán para amortiguar la caída pero,
¿y si han tenido que irse por algo más importante?
¿y si nunca tuvieron la intención de socorrerme?
¿y si soy demasiado pesada?
¿y si?
Quisiera poder saltar aunque hoy no será.
Las heridas cada vez son más profundas.
Siempre habrá ese alguien que te quisiera escuchar, conocer... Tal vez está viendo hacia donde tú estás justo ahora, pero a 2000 años luz de distancia; tal vez existí hace varios siglos, suspendido en la esperanza de conocerte algún día, mientras volteaba a ver hacia tu planeta. martuci@gmx.com
ResponderEliminarMarco Tulio Cicerón.