Las complicaciones derivan de una simplicidad casi perfecta.
Intento comprender cada movimiento que hago, cada pausa que me tomo,
cada respiración que contengo.
Sería más fácil activar el modo automático: andar por inercia,
respirar sin ser consciente... aunque siempre he sido
más de encerrarme en el laberinto aún teniendo
en mis manos la llave.
"¿Por qué le das tantas vueltas a las cosas?", me suelo
preguntar cada vez que una idea provoca mi entrada
a un bucle sin fin.
Supongo que la respuesta es simple: miedo.
Habrá que ir buscando una solución imposible.
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