Olías a humo, y en humo te convertiste.
Eras frágil, y de porcelana te volviste.
Eras fuerte, pero tu armadura se rompió.
Odiabas odiarte, pero no parabas de hacerlo.
Eras humo y hueso.
Una persona sin vida. Solo andabas. Ni hacías notar tu presencia. Pero yo si la notaba. Yo si te notaba.
Tenías corazón, pero te lo rompieron.
Querías hablar, pero solo conseguías llorar.
Querías gritar, pero solo conseguías callar.
Pero aquí estoy. Admirándote. Porque para mí, eras belleza. Una obra de arte destruida, pero obra de arte al fin y al cabo.
Yo te quería arreglar, pero que ilusa de mí, acabe pudriéndome también.
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